Región de Coquimbo, Chile: Registros históricos

Literatura: San Román: Tamaya

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Texto Francisco San Román: Minería y Metalurgia de Chile (1894):

Tamaya
Dejaremos el centenar de minas importantes que han hecho la fortuna de Coquimbo y contribuido todas juntas al progreso material del mundo, suministrando el utilísimo metal rojo a la par de otros poderosos criaderos.

Tamaya es el mineral de fama universal y su nombre se consignará como tipo de opulencia y magnitud en la historia minera del mundo. Tendremos que repetir aquí los mismos términos y las mismas rocas en que figura todo lo que llevamos señalado de mas noble como producción de minerales puros de cobre, siendo en Tamaya, como en Brillador y en casi toda zona aurífera, la ausencia de todo mineral o metal extraño al cobre que pudiera dañarlo en su composición y dificultar los procedimientos metalúrgicos para retinarlos.

Las rocas graníticas en la base de la alta montaña que se eleva hasta 1,000 metros sobre las playas del mar; las dioríticas, los pórfidos dioríticos y cuarcíferos, el característico gabro y otras variedades de rocas plajioclásticas teñidas de alegre verde por la epidota, constituyen el todo del aislado y bien definido macizo del cerro de Tamaya.
Su principal criadero se refiere en estructura y composición a los del tipo compuesto, formado por dos o tres filones cuyos planos ondulan y se juntan o apartan alternativamente, produciendo las condiciones favorables a las grandes aglomeraciones de mineral.

La región del mineral de color no fue profunda, como es el caso general en las minas del norte, en Atacama; en Tamaya no fue estupenda y excepcional la riqueza sino por la variedad de sulfuros de cobre de la mas alta ley, repartidos en la extensión de 3,000 metros horizontales, y desde el sol hasta 200 metros de profundidad, en 405 anchas fajas o zonas que parecían prolongarse mas abajo indefinidamente al cambiarse en bronces amarillos, conservándose la potencia de los filones en sus dimensiones ordinarias de 2 a 3 metros o aumentándose desmesuradamente hasta 25 o mas metros en las extensiones en que todo el haz de criaderos se reunía en un solo cuerpo.

Es sabido en todo el país, y ya lo hemos consignado en otra parte, que fue don José Tomas Urmeneta quien inició y llevó a cabo los trabajos que lo condujeron a descubrir una riqueza que supo aprovechar dignamente en sí mismo, en todos los suyos y en la pública prosperidad, dignificando la industria minera de su patria y levantándola a la altura de los mas perfectos procedimientos. La sucesión de pertenencias que bajo los nombres de «El Pique», «Chalaco», «Rosario», «San José», etc., han sido objeto de un plan sistemático de explotación por medio de piques hasta todas las profundidades, galerías y socavones extensísimos, dotados con munificencia de todos los recursos mecánicos y dirigido todo por ingenieros y empleados competentes, han constituido un conjunto de orden y economía siempre adaptado a procedimientos y modelos que han dejado provechosa escuela de experiencia y enseñanza mineras.

Otras corridas de vetas han contribuido también en Tamaya a la producción general, como la de «Arenillas», «Quiroga» y «Mollaca» en la parte occidental del cerro, pero las grandes y ricas concentraciones pertenecen al sistema de la falda oriental, repartidas en la extensión de 3 kilómetros que median desde el «Saúco» hasta el portezuelo del «Murciélago» y con preferencia dentro de la parte mas elevada y voluminosa del cerro.

Los trechos de vetas comprendidos entre los cruceros pintadores, porque mediante la influencia de éstos, como acontece en todas las formaciones regulares, se producen las condensaciones del mineral, el relleno consta de arcillas y cuarzo, y cuando menos mineralizado, de fragmentos o materias procedentes de la descomposición de las rocas encajantes, abundando, como en la Higuera, la anfíbola y el asbesto, arcillas talcosas y concreciones serpentinosas. Y en cuanto a los trechos ocupados por el mineral, jamás se han visto como en Tamaya, explotarse por miles de toneladas y durante años, aquella variedad de sulfuros irisados y con los esmaltes y la riqueza del eje fundido. La producción de Tamaya, reducida a cobre fino en las fundiciones de Tongoi, a cuyo puerto fueron ligadas las minas por ferrocarril o enviada en minerales crudos a Inglaterra, se ha mantenido durante casi un medio siglo como en 4,000 toneladas de fino anualmente.  .

Procedimiento:
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