Región de Atacama, Chile: Registros históricos

 Literatura: Ferrocarriles en Atacama

español / deutsch

Herman Burmeister en 1859 /1860 describe un viaje en tren entre Pabellón y Copiapó en la actual Región de Atacama, Chile
Texto Original:

... y ahí se ubica la estación Pabellón, el comienzo del ferrocarril hacia Copiapó. Actualmente un pueblo de considerable expansión, con calles rectas y algunas casas aceptables, especialmente  una hostería  del tipo europeo llama atención. …

… en el oeste se desemboca una quebrada estrecha que proviene del sur. Esta quebrada ya tiene su línea de ferrocarril, es la quebrada Chañarcillo, la fuente de plata más rica y más conocida del país – él origen de la riqueza que levantó Copiapó en tan corto tiempo. Yo me quedó parado a un lado de la línea férrea y con gran admiración miré a los rieles que bajaron de una quebrada negra infernal, siguiendo en una amplia curva el llano del valle para finalmente entrar a la estación. El ruido del tren que se bajó  empujado por su propia carga de metal era el único sonido que interrumpió el silencio en este lugar despoblado….
Al 29 de marzo tomé el Ferrocarril de vapor desde Pabellón a Copiapó. Se paga para el tramo de 10 Leguas (42 km) dos Pesos en la primera clase y un Peso en la segunda; el equipaje del tamaño mediano cuesta 3 Reales. Cuando abrí en la mañana temprano la ventana de mi dormitorio, el valle de Pabellón se mostró sin neblina, pero más abajo en el valle se acumuló una neblina bien densa, cual cubrió el paisaje hacia río abajo.

Después de un recorrido de una Legua entrábamos a la neblina cual nos quitó toda la vista hasta los objetos más cercanos eran invisibles ⁽¹⁾. Pabellón sufre igualmente la sequía del valle superior. Su cielo es igual que en Juntas u otros lugares ubicados en esta altura eternamente brillante y clara. Nubes solamente se ve de lo lejos, hacia oeste, donde se levanta la bruma del océano ⁽²⁾.
Nos movimos lentos y en total necesitábamos 2 horas para recorrer las 10 Leguas (42km) hacia Copiapó. Perdimos mucho tiempo a culpa de las cinco paradas durante el recorrido. No llegaron muchas personas para el viaje; el tren llevó a penas 2 vagones, uno de la primera y uno de la segunda clase. El ultimo vagón estaba bien lleno, con personas de todos colores y nacionalidades, trabajadores de todo el mundo atraídos por  las minas del sector.

Lamentablemente la velocidad del tren -para un recorrido y un  reconocimiento científico - era demasiado rápido, por ende eso no me permitió realizar observaciones más detalladas.
Solo me recuerde que en todas partes habían plantaciones y el tren cruzó dos veces el río encima de puentes altos construidos de piedras, la ultima vez cerca de Copiapó. De los faldeos de los cerros cercanos y del valle solamente observé puras rocas y cumbres peladas como siempre pero a distancias más lejanos, significa el valle se presenta más ancho hacia río abajo.
A las 10 horas en la mañana llegábamos a Copiapó. El tren se desplazó lentamente por la calle ubicado más en el norte de los cuatros largos calles principales cuales forman Copiapó.

El tren corrió muy cerca de casas y paró por un buen momento en la plaza donde se bajaron los pasajeros que viven en las cercanías ⁽³⁾. El viaje continuó por un buen rato, siguiendo la misma calle hasta la estación principal, que se ubica al lado oeste de la ciudad – entre La Chimba y Copiapó. Se construyó la estación tan cerca de las rocas al lado norte del valle, que para ganar espacio de las instalaciones tuvieron que cortar partes del cerro. La estación está unida con la ciudad por un bello paseo. Es un paseo muy ancho principalmente para peatones con cuatro líneas de sauces y acompañado en ambos lados por calles para vehículos. Una construcción con forma de un templo ubicado en el centro alberga en los domingos el coro y los músicos para divertir el público ⁽⁴⁾.

El recorrido con el carro de vapor por las calles estrechas de la ciudad me sorprendieron mucho, pensando con que cuidado en Europa se manejan los ferrocarriles. Se bajan barreras, cierren calle laterales y nadie puede acercarse del tren hasta este punto. Aquí no se preocuparon de nada de este punto, las personas se pararon cerca de los carros, y se podría dar las manos a los espectadores ubicados en las entradas de las casas. La única instrucción policial era el límite de la velocidad máxima para los trenes, cual se fijó como no mayor a la velocidad de un coche con caballos en trote.