Historia de la Región de Atacama, Chile

Joaquín Morales, 1896: Vallenar

Historia del Huasco
Joaquín Morales, 1896
Historia y la vida en Vallenar

Texto original:
Pero vino en 1789 la erección de la villa de Vallenar, y la orden terminante del gobernador O'Higgins para que los habitantes españoles y los indios de Santa Rosa y Huasco Bajo vinieran a establecerse en la villa. Ya con esta erección de la cabecera del departamento del Huasco su población tomaba un nuevo carácter y sus habitantes, concentrados en un solo lugar, formaron una sociedad más numerosa y con tendencias más civilizadoras. A lo que se agrega que a los pocos años, en 1811, se hizo el famoso descubrimiento de plata de la sierra de Agua Amarga que atrajo mucha gente pudiente a la villa, la cual, con su espíritu industrial, hizo prosperar y embellecer a Vallenar, construyendo suntuosos edificios y levantando el estado moral de sus habitantes.

El aspecto de la villa de Vallenar por este tiempo era verdaderamente hermosísimo: su plaza estaba adornada con el edificio de los Portales, que hasta ahora existe, y que había sido edificado en 1807 por don José Bernardo de Hodar; con la casa de don José Meliton de la Barrera, situada al suroeste; con la de don José Dolores Zavala, situada en el sureste y con la graciosa capilla que se levantaba donde hoy existe el templo parroquial y que fue destruida en el terremoto del 28 de abril de 1833.

En cuanto a la calle de Prat (que en este tiempo se llamaba de Villar) lucia también algunos hermosos edificios, como el de don Gregorio Aracena correspondiendo al que hoy ocupa la gobernación); el de don José María Rodríguez, dos cuadras de la plaza por la misma acera; el de don Nicolás Urquieta, por la acera izquierda, partiendo de la plaza; el de don José Bernardo de Hodar, el de don José Martínez, el de don Manuel Huerta y el de don Ramón Caldera. En la calle del Laberinto, hoy Serrano, existían también las casas solariegas de don José María de Quevedo y de don José Antonio Zavala; y así algunos buenos edificios diseminados en la extensa población de Vallenar, sin que faltaran algunas pintorescas quintas como la de don José Bernardo de Hodar, en el extremo dé la calle de Villar, hoy chacra de Araya; la de don José Ignacio de Hodar, al otro lado del rio cerca del puente, y la de don José Antonio Zavala, que principiaba a formarse en la chacra llamada hoy de los alemanes.

Con el embellecimiento de Vallenar, que en gran parte fue debido al mineral de Agua Amarga, cambiaron también las costumbres de sus habitantes, los cuales gastaban un verdadero lujó, no faltando los saraos, en que salían a lucirse las ricas vajillas de plata y en que la elegancia de sus habitaciones rivalizaban con las del mismo Santiago.

Este derroche de riqueza trajo la costumbre de celebrar la fiesta de Corpus, en la cual, como hemos dicho anteriormente, se hacía ostentación de abundancia y religiosidad.

Luego después vino la revolución dé la Independencia y durante este tiempo la villa cambió completamente de situación: ya no había tranquilidad para ocuparse de fiestas, los ciudadanos patriotas eran perseguidos, y las restricciones y el espionaje mantenían alarmados a sus habitantes.

Por esta época el subdelegado Moxó dictó su célebre bando sobre la queda, de la cual abusó el alcalde Pico, no permitiendo que ninguna mujer pudiera permanecer en un fandango después de las ocho de la noche. Ya sabemos cuál era el castigo que este atrabilioso alcalde aplicaba a las mujeres infractoras del mandato.

De consiguiente, después de la queda el pueblo quedaba muerto, sus habitantes dormían patriarcalmente y solo solía oírse la voz lúgubre del sereno cuando cantaba las horas y los cambios atmosféricos del tiempo.

Vista a Vallenar - vista hacia al norte