Región de Atacama, Chile - Chañarcillo

Literatura: Visita a Chañarcillo en 1929

español / deutsch

Texto de Roberto Hernández (1932) de acuerdo de una descripción de una visita a Chañarcillo en 1929 por un grupo de personas con Sr. Eleazar Vergara, habitante de Chañarcillo.

Un año después del desaparecimiento del «Matías Cousiño», en Diciembre de 1929, llegaba hasta Chañarcillo, prolongando un viaje a Tierra Amarilla, don Eleazar Vergara H., quien envió a «La Nación» una correspondencia con algunos datos de interés, en cuanto reflejaban la situación que ya había sobrevenido.

«Como a dos kilómetros - anota el señor Vergara - ya pudimos observar el cerro de Chañarcillo con el pueblo de Juan Godoy, en una ladera que hay en su base. A medida que nos acercábamos, pudimos apreciar los detalles; las construcciones abandona­das, los orificios y la desesperante desolación. Una angustia incontenible se apodera de nosotros a al ir observando aquel enor­me panal, que en un tiempo fue la gloria del país y que ahora sólo es inactividad, soledad y tristeza.

«Los grandes establecimientos nos demuestran plenamente la importancia que tuvieron, los hombres que emplearon en sus rudas faenas y las cuantiosas cantidades del precioso mineral que guardaron, porque la mayoría de estos establecimientos están resguardados de gruesas rejas de fierro, que evitaron los saqueos».

El temor del saqueo era nada, al lado de la succión tremenda de la cangalla, contra la cual - parece ignorarlo el corresponsal - no habla rejas que valieran.
El señor Vergara cree que en el período más brillante del mineral llegaron a ocuparse en sus faenas más de treinta mil hombres, lo que es exagerado. Prescindiendo de otros datos históricos que tampoco son muy exactos, sigamos al viajero que por el camino de la sierra de Chañarcillo va dejando atrás incontables túneles, orificios y socavones y las instalaciones en ruinas de tantas minas como la «Santa Rosa», «Constancia», «Dolores I», «Loreto», «Dolores III», «Reventón Colorado» y multitud de otras, para llegar a la famosa «Descubridora», que nos interesa especialmente.

"El establecimiento de la Descubridora — dice — es amplio, enorme. Al centro tiene el clásico malacate con sus grandes ruedas de fierro. El interior del establecimiento está totalmente rodeado de rejas de fierro, como asimismo la entrada a la mina, o sea, el mismo sitio donde Flora Normilla encontró las gruesas barras de plata maciza y que después dio a conocer a Juan Godoy.

“Este establecimiento, como todos los demás, está abandonado y destruido por la acción de los años. Un ambiente de tristeza flota en ellos, y al recorrerlos, una angustia desesperada se apodera de nuestros espíritus.

“Regresamos, con los ojos puestos en el suelo; una sensación dolorosa oprime nuestros corazones. De pronto lanzamos la vista a la llanura inmensa. Abajo, el pueblo de Juan Godoy, abandonado, con sus casas dispersas, tiene la actitud de un esqueleto en medio de las sierras mudas.

Ruinas de Chañarcillo (W. Griem 2014)